8.6.07

Time (reprise)


Ticking away the moments that make up a dull day

You fritter and waste the hours in an off hand way

Kicking around on a piece of ground in your home town

Waiting for someone or something to show you the way

Se ha despertado y sus ojos están bien abiertos, pero su cuerpo no lo sabe aún. Hace ya tiempo que sus mañanas son iguales, recibe la luz del día en plena conciencia, pero su organismo se niega a acompañar aquel impulso lumínico con su correspondiente impulso mecánico. Esquivando con alevosía la causa central de tal condición (causa que se erige ominosa y sólida como un bloque de concreto dentro de su cerebro, pero que él ha optado por no ver más), culpa casi desfachatadamente al Jack Daniels que regó su garganta la noche anterior por ese letargo matinal de pupilas contraídas. Las agujas broncíneas de su vetusto reloj despertador muerden el mediodía y rasparán una hora más en el cuadrante antes de que él decida poner pie en el suelo…

Tired of lying in the sunshine, staying home to watch the rain
You are young and life is long and there is time to kill today
And then, one day, you find ten years have got behind you
No one told you when to run, you missed the starting again

En el preciso momento en que las frías baldosas del dormitorio tocan sus dedos, los benditos segundos de amnesia que le dieron la bienvenida al día terminan y abren las compuertas del mecanismo neuronal que desemboca en la catarata de recuerdos. Como un puñetazo en la boca del estómago, le llega esa frase escuchada la noche anterior, salida casi al pasar de los labios de alguien (¿Pablo? ¿el gordo Nico?) con el rostro pixelado por el humo y el alcohol. “¿Sabés que pasa, boludo? Vos no tenés corazón”. La intención del circunstancialmente anónimo hablador no había sido insultante ni violenta, la declaración fue soltada con la mayor naturalidad lo cual, obviamente, elevaba a un cubo infinito su peso específico. Pero él, por toda respuesta, había esbozado una mueca sobradora, seguida por un trago profundo de Jack. “Siempre hay tiempo para arreglar las cosas” pensó. “Las lágrimas, al fin, se secan. Y la tarea del perdón nunca es tan difícil como parece”. Al instante, miró la botella de etiqueta negra. El fondo le devolvió una mirada vidriosa. Ya no había más whisky…

And you run and you run to catch up with the sun, but it’s sinking
And racing around to come up behind you again
The sun is the same in the relative way, but you’re older
Shorter of breath and one day closer to death

Las líneas de sol que corren paralelas a los maderos de la persiana se reflejan en sus manos. Hacía varios días que no dejaba que la luz entrara por completo en su habitación, convencido de que no había razón valedera para ello. Va hacia la cocina, abre la heladera en un movimiento automático, solo para contemplar su frío paisaje vacío, y sigue camino hasta el comedor. Allí, justo delante de la puerta de calle, sus ojos reparan en el pequeño rectángulo blanco, malditamente estático, que lo mira desde el piso. ¡Mierda! Otra vez. Otro sobre. Otra de esas cartas. El mismo remitente, ya lo sabe. Toca el sobre con la punta del pie derecho, como si de un cadáver se tratara. Y, de repente, todo su cuerpo comienza a temblar, presa de un temor febril, primal, casi infantil. No, no puede ser…él no es así, no, no, no. Se sacude la sensación como se haría con un molesto insecto y decide, esta vez sí, rasgar aquella amenazante blancura…

Every year is getting shorter, never seem to find the time
Plans that either come to naught or half a page of scribbled lines
Hanging on in quiet desperation is the English way
The time is gone, the song is over, thought I’d something more to say

En un primer momento, las letras dibujadas en tinta negra danzan enfrente de sus ojos, unidas en una masa informe. Se sienta en el suelo y la respiración se le hace consciente, pesada, húmeda, como si el aire estuviera filtrado por una esponja llena de líquido. Como piedras llovidas desde un cielo tiznado, las palabras comienzan a caer una por una. Y, en medio de la granizada, una sola de ellas se le estampa, inexorable, aterradora y fatal, en el medio del pecho: “jamás”. Y sí, parece que, después de todo, aquel rostro borroso de la noche anterior estaba totalmente equivocado. Sí que tenía corazón…ella había decidido por él y eso equivalía a la mismísima muerte. ¡Ella había decidido por él!. Él había dejado escurrir segundos, minutos, horas, días, meses entre sus dedos, casi en un enfermizo afán de tenerla atada de pies y manos, con su cuello a centímetros de la navaja…y ahora era ella la que daba la estocada final. Con el papel garabateado aun en su mano derecha, él deja caer su cuerpo, lentamente, ya sin peso, sobre el suelo. El techo se diluye y se precipita sobre él. Afuera, el sol sigue brillando.

Foto: Sudario de un día que es noche


6 comentarios:

Serj Alexander Iturbe dijo...

"Y, en medio de la granizada, una sola de ellas se le estampa, inexorable, aterradora y fatal, en el medio del pecho: “jamás”."

(¿el Cuervo de Poe?)

"(...)con su cuello a centímetros de la navaja…y ahora era ella la que daba la estocada final."

¿El lobo estepario de Hermann Hesse?

Menschenhass dijo...

"Cualquier semejanza con El Cuervo de Edgar Allan Poe, es mera coincidencia, pero para la imagen, podrían cumplir este granizo de palabras la función molesta y fatal del cuervo en el poema del que te hablo." (¿Remember this?...viene al caso, como para redondear la primera parte de su comentario ¿vio?)

Y con respecto a lo de Hesse, aún no he pasado por la Loboestepario Experience, pero no está nada mal saber que el cúmulo de palabras que nos ocupa tiene aunque sea un ínfimo punto de contacto con las manos que amasaron a Harry Haller.

Federico Anzardi dijo...

A mí me gustó lo de el rostro pixelado por el humo y el alcohol.

Vic dijo...

Bien, niños.

Vic dijo...

Muy bien chiquillos. Muy bien.

Diseño y Planificación Comunicacional dijo...

Por dios, que hermoso tema.
El conejo corre y corre, maldita sea.